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El hecho es que nada esta dicho

¿Cuántas palabras, acciones, personas, detalles das por hecho?

Los humanos estamos tan acostumbrados a dar por sentado lo que ya se nos hizo costumbre o rutina, sin embargo ¿puede ser esto un impedimento para agradecer y sorprendernos?

Desde que empieza tu día, ¿te has puesto a pensar lo Bendecido que eres? Despertaste probablemente en una cama, bajo un techo, probablemente al lado de alguien que amas (sin importar raza humana o animal) y que te acompaña en tu caminar. El primer bostezo tu cuerpo está funcionando, tus pulmones llenan de vitalidad tu cuerpo, un nuevo día, tienes 24 horas que empiezan a partir de ese momento y jamás se repetirán.

Tomas una ducha, el agua toca tu cuerpo, ¡sí! ¡tienes un cuerpo! que te permite desplazarte en un hermoso mundo, tal vez podrás decirme mi cuerpo no funciona bien, sin embargo aún lo tienes y puedes gozarlo y sanarlo; sientes como el agua se desliza por cada parte de tu bello vehículo, sientes, ¡estás vivo!

Mientras secas tu cuerpo ya te espera el desayuno en la cocina, gracias a una gran cadena de personas y acciones, tu refrigerador tiene alimento para tu cuerpo; ya está preparado para que lo disfrutes, pues esa persona que vive bajo el mismo techo pensó en ti, desde los primeros momentos de su día, ¿de que manera iba a cuidar de ti? a través del alimento para tu cuerpo, alguna vez alguien me dijo que preparar comida para alguien es uno de los actos más grandes de amor, ahora, ¡no me queda duda alguna! (si bien hay muchas maneras de expresar amor).

Tienes prisa, el reloj no da tregua, sin embargo tienes un trabajo que te permite desarrollar tus dones, talentos, pagar las cuentas para la comodidad en tu vida, además de crecer y aprender de maneras que jamás habías imaginado, me dirás, “no, en mi trabajo no aprendo nada, odio estar ahí ” ¡cuidado! has permitido que la enfermedad de la rutina se cuele por tu mente y corazón y si en verdad no hay nada más que puedas aprender y servir ahí, escucha bien amigo ¡que es de valientes partir!

Termina la jornada laboral, tu vehículo metálico que a tu servicio está, listo para volver al hogar y si no cuentas con un automóvil recuerda que tienes unas piernas que sin dudar a casa te llevarán a gozar de tranquilidad en tu anhelado hogar ¡cuidado! no des por sentado ni tus piernas ni tu auto que en esta vida todo es prestado.

La cena te espera, los amigos a un texto de distancia, y el Amor Divino en tu interior que con cada latido de tu corazón te recuerda cuán afortunado y Bendecido eres, ¿te queda duda alguna? solamente te recuerdo mi buen amigo que tengas cuidado, pues la rutina es una traicionera que se escurre por las rendijas de la “normalidad” y si no estás atento, te hará creer que tu vida es una repetición sin fin, dando por sentadas las Bendiciones, los regalos y los milagros que pasan a diario. Si lo permites se colará a tus entrañas y la curiosidad y el agradecimiento saldrán por las ventanas…

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