Tomé las cartas, Marité me preguntó ¿cómo era su padre? Jamás había escuchado sobre él, empecé a lanzar cartas al azahar describiendo aquella persona que jamás había visto; Marité solamente dijo: ¿ves?
Sorprendida y un tanto incrédula solamente afirmé, ella me recordó que los dones son para servir a los demás y que con llevan mucha responsabilidad. Ella fue quién me reflejó un regalo que me había sido otorgado de nacimiento, aún no sabía que haría con él pero lo que sabía es que el camino apenas empezaba y estaba muy emocionada. Podía saber cosas que estaban por suceder de alguna extraña manera, algo dentro de mí tenía esa información.
Esa temporada de mi vida en Barcelona, fue un remolino de vivencias emocionantes, Marité fue quien me acompañó a empezar a descubrir todas las maravillas de mi interior. Íbamos juntas a una infinidad de actividades de meditación y desarrollo a Cuándo podía iba al centro Budista, lo que más recuerdo, es a las monjas a rapa (renuncia a lo material) que guiaban las meditaciones , en sus ojos había una inocencia y serenidad que rara vez percibía en la caótica y hermosa ciudad.
Recordar o despertar los dones, no era más que el principio del iceberg…
“Cada ser humano fue dotado con un bagaje de talentos y dones, ninguno es igual al otro, cada quién decide si abrir la caja o no. Están intrínsecamente ligados al propósito de vida de cada ser humano” Si no los has descubierto, no te preocupes, siempre es un bueno momento para hacerlo, pero no te dejes confundir, no vas a encontrarlos nunca en el exterior, están en lo profundo de tu ser ¿Cómo te puedes dar cuenta que has encontrado uno de ellos? La alegría y sentir que el tiempo no pasa realizando esa actividad será tu termómetro.”